Poco después de que Loli se convierta en abuela su hija fallece quedando así al cuidado de Edgar y Robert, sus nietos. Al no poder afrontar los gastos hipotecarios de la casa donde los tres viven, el banco amenaza con desahuciarles de la vivienda. Para colmo, Loli empieza a dar indicios de Alzheimer. Un hecho que impacta en sus nietos que entienden que si la declaran incapacitada, les mandarán a hogares separados. Por ello, hacen todo lo posible por mantener el secreto. Al mismo tiempo, para salir adelante, los dos hermanos tendrán que enfrentarse a una carrera de obstáculos como las que solía correr su abuela años atrás.
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