El hombre que vio llorar a Frankenstein es un homenaje póstumo a Paul Naschy, personaje capital en el cine de terror rodado en España. Jacinto Molina, nombre real del biografiado, fue un niño que vivió de cerca las consecuencias de la Guerra Civil y un deportista de élite antes de abrirse paso en el mundo de la interpretación. La película de Ángel Agudo reivindica la importancia de un hombre cuyo trabajo ha sido minusvalorado sistemáticamente en España.
Varias de sus películas son consideradas obras de culto en países como Japón, donde Molina vivió cinco años en busca de nuevas oportunidades para su cine, o los Estados Unidos. El director Mick Garris, que ejerce como narrador del documental, y otros destacados artesanos del cine fantástico y de terror, como Joe Dante o John Landis, hablan profusamente de la importancia que algunos de los films interpretados y/o dirigidos por Paul Naschy tuvieron en su educación cinematográfica. En España, este apasionado del cine logró varios éxitos de taquilla en los años 70, en especial con su recordada caracterización de hombre-lobo, para caer después en un ostracismo del que ya no volvería a emerger, si bien nunca le faltaron grupos minoritarios, pero muy fieles, de fans que vivieron sus primeras experiencias terroríficas ante una pantalla viendo a Paul Naschy como licántropo, vampiro o momia en películas rodadas con poco dinero, bastante imaginación y verdadera entrega al oficio.
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