De niño, Marcello se ve turbamente enredado con el chófer de su familia, Lino Seminara, a quien dispara creyendo haberlo matado. A raíz de esto, Marcello Clerici crece en la Italia fascista con un profundo complejo de culpabilidad, no solo por haber asesinado a un hombre, sino también por escrúpulos morales. Su única obsesión es ser como los demás, lo que lo lleva a refugiarse en el fascismo, no por ambiciones políticas, sino para perderse en la indiferencia y el conformismo. Se casa con Giulia por la misma razón, buscando hundirse en la vulgaridad. Al mismo tiempo, Marcello reflexiona sobre su familia: un padre internado en una clínica para enfermos mentales y una madre con una vida disipada, aparentemente adicta a las drogas. Abrumado, se pregunta cómo puede ser un hombre normal viniendo de tal familia. Incluso llega a proponer al gobierno viajar a París para asesinar al representante de los exiliados, un antiguo profesor suyo.
Comentarios