Al principio de los años 30, durante la Gran Depresión, la joven Bertha Thompson disfruta de la vida sin sentirse atada a ningún hombre. Sin embargo, tras la muerte de su padre, decide acompañar al sindicalista Bill Shelley en sus ataques a la compañía de ferrocarriles, regida por la corrupción. Sus heterodoxos métodos les llevan a asaltar los trenes y a repartir el botín entre los trabajadores. Los atracos de la pareja de amantes les granjea gran popularidad en el sur del país y también les convierte en el objetivo de las fuerzas de la ley, que estrecha el cerco sobre los asaltantes, especialmente cuando Bertha se ve implicada en la muerte de un adinerado jugador. Thompson y Shelley, convertidos en fugitivos de la justicia, mantienen una actitud cada vez más temeraria, que hace imposible cualquier vuelta atrás.