El primer personaje que conocemos en el soleado y sangriento mundo de “Lowlife” es el gran perro del inframundo Teddy, un tipo con aspecto de Tony Clifton, con, aún más grasa. Debajo de su lugar de tacos de pescado, opera un negocio grotesco que incluye descuartizar a los inmigrantes ilegales y vender sus órganos. También dirige una red de prostitución de menores. Luego esta El Monstruo, un Luchador venerado localmente que siempre usa su máscara en homenaje a su padre, obsesionado con la noción de legado. Pero por más violento que pueda ser El Monstruo, está castrado por su tamaño comparativamente más pequeño, y espera que el hijo que tendrá con su esposa Kaylee sea más grande. Su inseguridad demuestra ser el atributo más interesante del personaje, menos que los momentos en los que grita antes de enfurecerse con alguien y hacerlos pedazos, solo para que la película se corte.
Mientras tanto, en un motel no muy lejos, un esposo necesita un riñón y su esposa Crystal accede a utilizar los servicios de Teddy. Cuando descubren que alguien a quien conocen de cerca será el donante forzoso, la horrible naturaleza de su plan los abruma. Pero por terquedad que parece inventada más allá de la buena ética empresarial, Teddy se niega a abandonar el trato...
